POR UN PLANETA VIVO Y SALUDABLE
Los invito a retomar con mucho entusiasmo y gran compromiso en este nuevo año la dinámica de los conversatorios de buceo. En esta oportunidad los coordinares Diego Hurtado y Jaime Riveros han aceptado que tratemos un tema de vital importancia como lo es el impacto ambiental que podríamos estar causando, por acción u omisión muchos de nosotros, siendo responsables de alguna manera del desequilibrio ecológico que se viene presentando en ciertos lugares tradicionalmente considerados como ideales para realizar prácticas de buceo como consecuencia de lo mucho que los frecuentamos y posiblemente por algunas de nuestras involuntarias acciones u omisiones.
La idea es que generemos al
rededor de este tema, un espíritu de real autocrítica y que nos
comprometamos todos en su
consecuente autorregulación con responsabilidad y compromiso, sin
esperar a que la autoridad competente se manifieste con molestas, incomodas y
muchas veces desafortunadas medidas
punitivas ante situaciones que podríamos
cambiar nosotros mismos puesto que muchas de ellas son de nuestro manejo y pleno conocimiento.
Seguramente los más veteranos
recordarán las nutridas escuelas de tiburones martillo que circundaban la Isla
Gorgona en la década de los 60 y principios de los 70, así como las
decenas de aletargados aletiblancos que
siempre nos permitían su observación especialmente en el santuario del
horno – tiburonera y sus derredores;
pues bien, de tanta belleza solo quedan algunos aislados relatos y
perdidos registros fotográficos, y uno o
dos tiburones de cuando en vez, y quiero pensar que si no en todo, sí en buena parte, nosotros los buceadores con nuestras
visitas cada día más frecuentes y numerosas en particular a este sitio, sumado
a nuestra ilimitada curiosidad al no ser
suficiente solo el observarlos, sino
también que pretendemos tocarlos, terminando acosándolos, al punto de que estos majestuosos escualos amigos de la tranquilidad, paz y merecido descanso, brillen hoy por su ausencia.
Últimamente hasta en la noche pretendemos seguir trillando este ya profanado santuario.
Pero la presión no solo la hemos ejercido con los
tiburones, muchas veces cuando no somos
los protagonistas, permitimos que otros realicen
“habilidades” como cabalgar en
las tortugas y en las mantas diablo,
jalar a las morenas de la cola, obligar al pez tamborero
a inflarse, guardarnos en los chalecos
caracoles, conchas y mejillones, etc, actos todos estos realizados con el desprevenido ánimo de alegrar o
motivar un buceo, sin medir el impacto que sobre el medio y la conducta de los
animales puedan llegar a tener estas acciones, donde al parecer la memoria
de los animales ante estos
reiterados acosos la vemos reflejada en su posterior temor a
los buceadores y su definitiva ausencia
del lugar .
Sin pretender de experto, sino
como simple observador a través de estos 35 años puedo testificar
que el otrora edén sumergido de
Gorgona en algunos lugares como el horno
por ejemplo, cada año que pasa está mas
solitario, ante lo que debemos replantear y moderar nuestra actitud frente al
medio ambiente marino desde hoy mismo, y promover alternativas de educación, respeto, apoyo y
recuperación.
Pero estamos a tiempo para
modificar esta preocupante situación
ecológica y depende de nuestra voluntad el hacer la diferencia, para lo
cual simplemente debemos reconocer
nuestra responsabilidad y replantear
nuestras acciones, pero no solo
los instructores o guías, sino todos los
amigos del buceo en general, puesto que
la salud de los fondos submarinos es
fundamental en la supervivencias de la raza humana, si bien nuestro planeta
sumergido es la cuna de la vida, además
de ser acertadamente considerado como la
despensa del futuro, es también el lugar
de trabajo para muchos de nosotros y es
sin lugar a dudas ese maravilloso estadio ideal para la recreación de miles de
personas, y que de no conservarse adecuadamente todos terminamos perdiendo. Pierde por ejemplo la
humanidad al volver este planeta
inviable, y en nuestro pequeño universo del submarinismo vamos a perder todos los
que nos encontramos en los distintos
niveles que conforman la industria del
buceo al vernos afectados
significativamente en nuestra fuente
de ingresos, al disminuir el interés de
las personas por invertir su
tiempo y dinero para terminar
sumergiéndose en un desierto.
Seguramente muchos de nosotros
tenemos en la mente un lugar de buceo al que por muchas razones nos
gusta visitar, pero donde también hemos
observado su progresivo
deterioro con el paso del tiempo, justificándolo con razones
como: la culpa es del calentamiento del planeta; la contaminación de las aguas ; el efecto de
invernadero; la corriente del niño; la explotación irracional del recurso, la
deteriorada capa de ozono, etc, pero pocas veces
pensamos en el impacto que podríamos estar causando con nuestra actividad por
el alto tráfico de buceadores en
los mismos lugares o por que muchas
veces que no manejamos bien la
flotabilidad, ni nuestro propio equipo y
que sin notarlo terminamos afectando
entre otros a animales de lentísimo crecimiento y gran fragilidad, que sin
poder huir para defenderse son
considerados la sala cuna de la vida marina: los corales. Al finalizar el 2004
se estima que el planeta ha perdido el 30 % de su área coralina, estadística
esta que debe de forzarnos a prender nuestras alarmas.
Pero volviendo al tema
concreto de la Isla Gorgona si bien
quienes regularmente asistimos al conversatorio
de Cali, es en esta Isla donde realizamos la mayoría de nuestras prácticas,
vamos a reflexionar sobre una propuesta de autorregulación, para permitir la
recuperación de uno de los sitios que
mas visitamos: el horno - tiburonera.
La propuesta concreta para el
caso del horno-tiburonera, es que se determinen unas épocas de descanso y recuperación así como limitar el número de buceos y que ante los pocos sitios conocidos para bucear
en la Isla, se permita a los avanzados, visitar la cazuela y la piedra de
don culi, teniendo en cuenta que la profundidad de
estos dos sitios se ajusta a este nivel de certificación y que su fragilidad
y belleza estará garantizada puesto que son los avanzados quienes deben manejar mejor la flotabilidad y el control.
Si esta iniciativa tiene algún
eco no solo entre nosotros, sino también
ante el Ministerio, estaríamos abriendo un importante espacio para seguir
participando con responsabilidad en el manejo futuro de nuestros océanos.
A iniciativas como la de dejar descansar ciertos sitios de buceo por un determinado tiempo en muchos lugares de nuestros dos mares, se pueden sumar tareas medioambientales tales como: seguir impulsando la instalación de boyas de amarre para evitar el fondeo de los barcos y el daño causado por las anclas; buscar financiación con los importadores de equipos, escuelas y tiendas de buceo para lograr una debida señalización de los sitios de práctica; explorar nuevos sitios para principiantes y avanzados; reflexionar sobre la legalidad y el impacto ecológico de la caza submarina, tanto deportiva como comercial; racionalizar el la disposición final de nuestras basuras no biodegradables y aguas residuales; promover y apoyar la instalación de nuevos arrecifes artificiales; clarificar con el Ministerio, qué se entiende por la pesca de subsistencia en los parques nacionales; analizar y definir la importancia del ecoturismo frente a la limitación del número de buques con buceadores simultáneamente en Gorgona y Malpelo y su impacto ambiental; proponer ante el Ministerio, el considerar a los instructores de buceo como guarda parques submarinos; proteger especies que últimamente se están viendo amenazadas al ser capturadas en gran escala por su gran demanda, implementando campañas para desmitificar el poder afrodisíaco de las comidas con aletas de tiburón, sopas de tortuga, así como curas milagrosas con el cartílago y aceite de tiburón, y la utilización de los corales en la recuperación ósea; analizar con lupa el funcionamiento de los acuarios marinos y su mercado negro de especies y elementos marinos en zonas alejadas del mar; impulsar la prohibición de la tenencia de mamíferos marinos en los circos, etc. etc, en fin, mil y una campaña donde la población del buceo teniendo autoridad y gran convocatoria nos hemos comportado indiferentemente, cuando deberíamos de colocar estas motivaciones en los medios de comunicación y en manos de la comunidad quien es la que al final debe decidir.
Pero como una sola golondrina
no hace verano, debemos seguir motivando con buenas razones a todos los amigos del buceo en particular y
a los amigos del planeta y de los
océanos en general para seguir uniendo
esfuerzos y voluntades en todo el país,
para participar y comprometernos activa y responsablemente con el
estudio, denuncia y solución de los
temas sensibles y comunes a nuestra profesión y a la salud y vida de este nuestro único planeta.
La autorregulación con
responsabilidad debe llevarnos a fortalecer la actividad del buceo y a unir nuestros lasos de amistad
, compañerismo y cooperación.
Santiago de Cali, Valle del
Cauca / 01-01-05
gonzaloconcha@telesat.com.co