GORGONA UNA ISLA ENCANTADA.
Finalizando
los años 60 una tarde cualquiera colindando
con el puente del piñal el muelle de los Lizcano en
Buenaventura en nada le envidiaba a un mercado persa cualquiera. Los gritos y
el barullo se escuchaban desde lejos, el ruido de los motores se confundía con
tanta algarabía, gentes iban y venían, y con ellas desembarcaban cocos, plátanos, chontaduros, maderas y
enfermos, en sentido contrario embarcaban
tambores de combustibles, cerveza, gaseosa, sal, arroz, azúcar, pero por sobre
todo cerveza, mucha cerveza. Ya
despuntando la tarde en uno de los tantos
buques madereros desordenadamente nos acomodamos como mejor pudimos y
cuando el rojo sol se empezaba a sumergir poco apoco esquivando barcos y canoas
fuimos saliendo rumbo a la muy tenebrosa
por esas épocas Isla Prisión Gorgona.
Al salir de
la bahía ya entrando la noche las luces
de los grandes barcos esperando ser descargados parecían luminosos edificio
flotantes, poco a poco y cuando dejamos las luces del puerto y las de sus
barcos, titilaban a lo lejos las luces de la Bocana, luego las de Juanchaco y Ladrilleros para entrar finalmente en la
penumbra donde quedamos acompañados solo por el ruido de nuestro viejo barco
maderero.
Gorgona, Isla
del municipio de Guapi, Departamento del Cauca, localizada a 2º 58’ 10” de latitud norte y 78º 11’ 05”
de longitud oeste del Meridiano de Greenweech,
separada del continente por 56 kilómetros, es hoy uno de los parques nacionales
más importantes del Ministerio del Medio Ambiente.
Pero su
apasionante historia esta ligada desde su descubrimiento como asentamiento indígena y sitio de descanso del
conquistador Pizarro y su pandilla en 1527, para terminar como regalo del
Libertador Simón Bolívar a uno de sus lugartenientes, por servicios prestados a
la patria.(desde esas épocas ya los padres de la patria eran generosos con
nuestra geografía). En 1959 se abrió el doloroso capitulo de Gorgona como
prisión, doloroso no solo desde el aspecto humano sino ecológico, como consecuencia
de que sus nuevos inquilinos eran en su mayoría campesinos de la violencia
partidista quienes además de matarse entre sí, por el trapo rojo o el azul,
eran expertos agricultores, experticia esta que durante 25 años en isla generó
un sensible daño a tan importante y frágil ecosistema.
Después de 10
horas de fuertes y rítmicos zangoloteos por el fuerte oleaje y cuando empezaba
a despuntar el alba divisamos a lo lejos la sombra del gigante lomo de ballena
que no era otra cosa que la tan esperada Isla Gorgona, diosa griega de cabellos
de serpiente.
En esa fría
mañana de Febrero desde la cocina del penal una larga cola de humo
contrastaba con el verde oliva del bosque, al fondo el espeso manto de niebla
apenas se estaba despertando para partir del cerro trinidad su mayor elevación
a 330 metros sobre el nivel del mar, un largo muelle de finas y pesadas tablas
soportado por gigantescos troncos de madera crujió al recibir al buque por
estribor, la policía especializada en requisas, hacía su trabajo para evitar
sorpresas con los presos o internos, expertos en todo tipo de “artesanías”
desde punzones en acero inoxidable y llaveros hechos con los dedos del
perezoso, hasta balsas mas resistentes y seguras que la del mismo papillón.
Después de las
informaciones de rigor y las acomodaciones acostumbradas nos sumergimos en el planchón, como el sitio de atractivo
submarino mas cercano a la playa, para que
en pocos minutos ya estuviéramos rodeados y siendo observados por gigantescos tiburones
martillo, aletiblancos, así como por mansos e
inmensos peces llamados bravos, jureles y cientos de
coloridos peces ornamentales.
El reloj como
ocurre siempre cuando uno está el lo mejor de la película, es inclemente,
obligándonos a abandonar nuestra primera y mas maravillosa inmersión de cuantas
hubiéramos visto en los documentales del Comandante Jacques Ives
Custeau.
El cardiólogo
Hernán Henao (q.p.d.), mi compañero de inmersión solo
se limitó a mirar al cielo incrédulo ante tanta belleza y riqueza junta, a
pesar de su amplia experiencia submarina
en las gélidas aguas inglesas. Iniciamos así un inolvidable recorrido submarino
por el horno, la parguera, playa blanca y el viudo,
únicos lugares por esas épocas frecuentados por los pescadores del penal y que
a su juicio era buenos buceaderos, los que sin duda
alguna nos recomendaron.
Una semana
fue muy poco para tanta belleza submarina por observar, los doce rollos fotográficos no alcanzaron para
registrar la aparición de la diversidad de aves, serpientes, lagartos, micos, perezosos y
cangrejos que entre inmersión e inmersión nos dejaban estupefactos. El susurro
de cristalinas quebraditas de agua dulce, cerraron con broche de oro el
encuentro con este edén que desde ese día hasta hoy sigue sorprendiéndonos por
su particular riqueza.
En 1975
después de una defensa frontal por parte de grupos ambientalistas,
biólogos y profesores de la Universidad
del Valle y los clubes de buceo, el gobierno nacional apagó para siempre los
fogones del penal, entregándole su manejo al entonces Inderena,
iniciando así un largo camino de recuperación natural hasta nuestros días
cuando el Ministerio del Medio Ambiente en sintonía con la responsabilidad
global de conservación ofrece al ecoturismo uno de los laboratorios vivos mas
importantes del mundo.
Gonzalo
Concha.